martes, 10 de enero de 2012

Cena de Navidad

Hace tiempo que no hay nada nuevo para Laura. Es una lectora asidua de la prensa escrita, tanto de las noticias como de los artículos de opinión. Pero esta actividad ya no calma su ansiedad. Su sed de cambio no se satisface con el usual fluir de las noticias. Amante de los debates políticos, Laura ha leído demasiadas opiniones, tantas... que ya ha olvidado las suyas.
- ¡Qué poco inspiradoras son las fiestas navideñas! - piensa Nati mientras baja de la buhardilla con el árbol de Navidad. Lo situará en el salón de su casa, al lado del gran ventanal y colocará las habituales luces intermitentes. Ésas con las que enseñaba a su hijo los colores algunos años atrás. - Mira Sergio, rojo, azul, naranja, ...- . Arropado por sus dulces palabras, Sergio tomaba el biberón mirando absorto el cambio de color de las luces de Navidad. Pero este año Sergio pasará las Navidades con su padre.
La madre de Laura y Nati aparece a eso de las ocho. Viene pronto para ayudar en la preparación de la cena. Cocina con la cabeza gacha, en silencio, pesadamente. Ya no recuerda en qué año vive, ni tampoco le importa. Los años siguen una rutina de cuando en cuando rasgada por un acontecimiento nunca esperado, una enfermedad o una muerte.
Ángel, el padre de Laura y Nati, llega el último vestido de huelga. Hacía tiempo que Ángel no se ponía su boina, ni se vestía una camiseta reivindicativa, ni ondeaba una bandera por la calle. En su juventud Ángel había luchado por un mundo mejor. Tan seguro estaba de que “su mundo” era querido por todos, que nunca se paró a preguntar a los demás qué mundo querían.
Al llegar las doce, todos los comensales están sentados a la mesa. Toman una copa de cava, sonrientes, mientras sus pensamientos permanecen prisioneros en sus propias vidas. Sólo Ángel cree aún que vive en el mundo de los demás.

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